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La palabra valor

Por Luis Mastroeni


La primera acepción del significado de la palabra valor en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) dice que es “el grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite”.

Por muchos años, en las empresas, se le ha dado prioridad al valor económico que se genera y que es exigido por sus accionistas.


Eso es normal pues nadie pone una empresa para perder o para hacer filantropía. Todas las personas que se dedican a los negocios quieren recuperar su inversión y mejorar su rentabilidad. Esto es un principio básico. 

Pero si repasamos lo que dice la RAE con respecto a la palabra valor, lo económico, por sí solo, no cumple con la amplitud del significado porque no es suficiente para proporcionar “bienestar y deleite”. Los seres humanos necesitamos tener otras aspiraciones, además de lo económico, para sentirnos plenos y disfrutar de la vida. 


Hasta hace un par de décadas lo único importante para un negocio era generar valor económico, pero eso ha ido cambiando por muchos factores: el contexto en que se opera, la crisis sanitaria, el cambio climático, los consumidores, las instituciones financieras, los inversionistas, etc. Hoy en día sabemos que si una empresa solo desea generar ganancias se quedará corta en el aporte de valor que le puede dar a sus dueños y a sus clientes. 


Para tener bienestar no solo se debe crear valor económico. Hay que preparar a la empresa para que genere otros beneficios, para que se gestione de forma tal que además del financiero, pueda proporcionar valor social y valor ambiental. Solo el equilibrio de los tres hará que la sociedad tenga el balance que le permita ser próspera. 


El valor debe proporcionar bienestar, deleite. Las empresas pueden proporcionar bienestar cuando generan empleo, pero no se quedan ahí, sino que el trabajo que generan hace mejor a las personas, porque las colocan en los puestos correctos y se desarrollan y deleitan en su día a día. 

Hay valor social cuando la empresa comprende que el barrio, comunidad o región en la que hace su gestión necesita que se involucre, en pro del desarrollo sostenible. Si hay una sociedad que funciona bien, al negocio le irá bien, o al menos, no se pondrá en riesgo. 


Cuando los negocios generan valor ambiental equilibran los sistemas ecológicos y eso permite seguir operando con tranquilidad. No solo porque una ley lo impone, sino porque la lógica indica que en la medida en que los ecosistemas estén mejor, habrá condiciones para seguir gestionando la empresa. Las organizaciones tienen que estar claras de que si no se adaptan a condiciones como las del cambio climático, este terminará haciendo más complicado el día a día de la operación. 


Hay valor ambiental en la medida en que no se destruya la biodiversidad y se invierta en mejores formas de utilización de la energía y el agua. El valor de este tipo también se percibe en una mejora en la disposición y separación de residuos. 


La sociedad desea empresas que distribuyan valor entre todos sus públicos pues los dueños no son los únicos que viven y comparten un mismo entorno. Compartimos mucho más de lo que imaginamos y por eso, si todos contribuimos, todos nos beneficiamos. 


La palabra valor no puede seguir siendo sinónimo de dinero, de consumo, de materialismo, tiene que apelar al bienestar, la prosperidad, el equilibrio. 

Ojalá que podamos implementar estos cambios pronto y no se cumpla un viejo jingle de la empresa de textiles JB que decía: “solamente cuando el último árbol esté muerto, cuando el río esté envenenado y el último pez esté atrapado, entenderemos, que no se puede comer dinero”.

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